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Así como el correo electrónico es la herramienta más importante para la mayoría de las empresas, también lo es para el malware, ya que es el canal más accesible y asequible para que los delincuentes puedan poner en riesgo a sus objetivos. El problema con esto es que las amenazas han ido evolucionando para atacar directamente a los empleados, debido a que ellos son la cadena más débil a la hora de que el malware pueda acceder a las empresas, pero el sector de la ciberseguridad sigue anclado en el pasado y no da prioridad a las personas. Por eso hay tres reglas clave que toda organización debería seguir para poder tener un entorno más seguro: vulnerabilidad, ataques y privilegios.